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Edtech, Educación

PASAR EL AÑO ESCOLAR POR EL COVID-19

Anyeli Rivera Tancón
4/05/2020 01:41:15 PM

La medida del aislamiento social para mitigar la propagación del COVID- 19 ha cambiado radicalmente cada aspecto de nuestra vida, desde ir a comprar víveres hasta cómo estudiamos y trabajamos. Por decisión presidencial desde el 20 de marzo del 2020 en Colombia, todas las clases de colegios públicos y privados se están impartiendo vía Internet, pero los resultados no son los esperados. Hay problemas que impiden el adecuado desarrollo de las actividades escolares como la adaptación de profesores y estudiantes a las plataformas digitales; acceso a computadores y a Internet; la excesiva carga docente, entre otros. Por esto el Gobierno colombiano y el Ministerio de Educación están evaluando si todos los estudiantes de colegio deberían aprobar este año escolar independientemente de sus notas (y obtener una promoción automática al siguiente grado).

Esta medida ha sido tomada por los países que han sido más golpeados por el COVID- 19 en Europa: Italia y España. Sin embargo, las condiciones de estos países y Colombia a nivel educativo son muy diferentes, cuando comenzó la emergencia por la pandemia, en Italia y España se estaba terminando el periodo académico mientras en Colombia solo había transcurrido un mes y medio desde el inicio de clases. Y es aquí donde el debate entre estudiantes, padres, instituciones educativas (públicas y privadas) y el Gobierno comienza.

Lucia Azzolina, ministra de Educación en Italia, afirmó que la medida de “aprobado general” fue tomada porque “el Gobierno no tiene la certeza de que los estudiantes hayan podido acceder en las mismas condiciones a la educación a distancia ofrecida por los colegios estos meses y, por eso, no se les puede imponer exámenes”. Como ya se mencionó  las condiciones entres los países que han tomado esta medida y Colombia son diferentes, ellos estaban finalizando cursos mientras los estudiantes colombianos apenas comenzaban su periodo académico. Por eso, en Italia fue posible tomar esta medida (aunque al igual que en España, la decisión fue fuertemente criticada), si bien no aseguraron el éxito de la totalidad del proceso académico, pudieron adelantar gran parte de este, en Colombia no sucede esto, ya que la mayor parte de las clases que los estudiantes han recibido este año han sido y serán virtuales.

En España, Isabel Celaá, ministra de Educación y Formación Profesional informó que “No es un aprobado general en el que todos obtendrían una nota de aprobado. Los estudiantes mantendrán las calificaciones obtenidas de septiembre a marzo y los progresos online. Y el tutor elaborará un informe sobre las necesidades de refuerzo para que los docentes del curso 2020-2021 lo tengan en cuenta”. Es decir, en esta es una decisión mucho más mesurada que la adoptada en Italia, ya que prevé impartir a futuro parcialmente los contenidos que los alumnos no pudieron estudiar debido a la crisis. De hecho, va mucho más allá y propone que cada estudiante será evaluado individualmente para saber qué habilidades tendrá que reforzar para el siguiente grado y de ser necesario tendrá que repetirlo.

El limitado acceso a los recursos 

En el blog de VirtualPlant se publicó un artículo sobre COVID-19 y las herramientas EdTech, en él se afirma, citando un estudio de la Universidad Javeriana, que “ 78% de los estudiantes que están en los grados de educación media del país están en instituciones públicas, y de estos el 63% no cuentan con acceso a Internet o a computadores en sus hogares, la brecha tecnológica es tangible y aún más en plena crisis”. En estas circunstancias, aprobar a todos los estudiantes es validar que tienen las habilidades y conocimientos que no tuvieron la oportunidad de adquirir y que necesitan para seguir con su proceso educativo. 

Aparentemente es una decisión que enfrenta la economía con la calidad, es decir, de un lado de la balanza está que muchos niños y jóvenes, quienes (por no tener acceso a Internet o a un computador, porque no pueden adaptarse fácilmente a las plataformas, porque quizás están afectados psicológicamente por los problemas que enfrenten sus familias en medio de esta crisis: escasez, problemas intrafamiliares, etc.) no van a pasar el año y tanto el Estado, como las instituciones educativas públicas y privadas y los padres de familia tendrán que asumir el costo de un año escolar extra. Del otro lado de la balanza está la calidad académica, en Colombia, aproximadamente 63% de los estudiantes que están en colegios públicos no cuentan con acceso a Internet en sus hogares, en plena cuarentena, con las restricciones de movilidad, sin bibliotecas ni cafés internet ¿Cómo están asistiendo a clases? De hecho, pensando en los pocos estudiantes que sí tienen los medios para estudiar virtualmente ¿Cuentan con la estabilidad psicológica para seguir sus procesos educativos? En cierto sentido, continuar con las clases es imponerle a estudiantes y docentes un paradigma de productividad que no es saludable. 

De otro lado, el esfuerzo estructural de las instituciones privadas para, a través de herramientas EdTech, facilitarle a sus estudiantes el acceso a los contenidos educativos es loable. Por ejemplo, el Colegio Americano de Bogotá ya contaba con una plataforma propia para educación en línea y, por ello, la transición de clases presenciales a clases virtuales fue mucho más fácil que para la mayoría de instituciones públicas. Aunado a esto, también es destacable la versatilidad de los profesores y su compromiso en plena crisis para desarrollar sus clases con material limitado y mucha creatividad. Karen Andrea Zuñiga, docente de educación física del Colegio Americano de Bogotá, enseñó a sus alumnos de noveno grado a hacer malabares usando bolas de papel recicladas. Sin embargo, a nivel nacional, los procesos llevados a cabo en esta institución (contar con una plataforma propia, que tanto estudiantes como docentes estuvieran entrenados en el uso de las TIC) son la excepción y no la regla.

En Colombia, seguir con el año escolar y promover automáticamente a todos los estudiantes (o incluso considerar aplazarlo en las instituciones que no cumplan con una intensidad horaria virtual mínima) es una decisión difícil, que se complejiza si se tiene en cuenta que, por ejemplo, los colegios necesitan las pensiones de los padres para sostener a su nómina de docentes, aseadores, celadores, conductores y monitores de rutas escolares y planta administrativa. 

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