Después del coronavirus nada volverá a ser lo mismo. Esta es la sentencia que se lee en redes sociales como LinkedIn, Instagram y Twitter, y sí, el COVID-19 está transformando y transformará cada aspecto de nuestra vida, cómo estudiamos, cómo trabajamos y cómo nos relacionamos con los otros. Para empezar, cada país ha adoptado preventivamente diferentes medidas de aislamiento provisionales. En Colombia, desde el 16 de marzo, no hay clases presenciales en colegios ni instituciones de educación superior (independientemente de si su carácter es público o privado) y se estipularon plazos para que las instituciones se organicen y los estudiantes continúen con sus clases desde sus hogares a través de Internet (provisionalmente). Sin embargo, ¿Colombia está preparada para impartir clases con herramientas EdTech? ¿Los recursos disponibles (computadores, tablets, teléfonos, conectividad, etc.. son suficientes? ¿Las plataformas disponibles son adecuadas para los estudiantes de secundaria y educación superior? ¿Los docentes y las instituciones están preparados para enfrentar esta coyuntura?
En cuanto a la disponibilidad de recursos, la respuesta es: no. Según un estudio publicado por la Universidad Javeriana, 78% de los estudiantes que están en los grados de educación media del país están en instituciones públicas, y de estos el 63% no cuentan con acceso a Internet o a computadores en sus hogares, la brecha tecnológica es tangible y aún más en plena crisis. Es decir, en esta coyuntura, la mayoría de estudiantes no podrían adelantar sus actividades debido a la poca disponibilidad de recursos (recordemos que con la restricción del número de personas en un lugar impide también el acceso a bibliotecas). Sin embargo, esta solo es una parte del problema. El acceso a computadores o tabletas y a Internet no garantiza la calidad de la educación virtual en Colombia ni su viabilidad en este momento.
Según el Ministerio de Educación de Colombia clasifica los recursos tecnológicos en hay tres generaciones en el uso de las tecnologías como parte de la educación virtual o como complemento de la educación presencial. La primera generación es la más usada, el profesor envía documentos impresos o vía Internet y “por su parte, el estudiante realiza su trabajo en solitario, envía las tareas y presenta exámenes en unas fechas señaladas con anterioridad”. Sin embargo, esto realmente no garantiza que los estudiantes lleven un proceso de aprendizaje efectivo y debido a la poca interacción entre estos y el docente es muy difícil para este último corregir, seguir y retroalimentar todas las actividades llevadas a cabo por los estudiantes.
La segunda generación se caracteriza por mayor posibilidad de interacción entre el docente y los estudiantes, ya sea vía correo, teléfono o chats, además, el alumno también cuenta con acceso a vídeos o audios complementarios, es decir, más elementos educativos a los que accede por su propia cuenta. Los estudiantes colombianos (una minoría) tendrán acceso a los recursos de estas dos primeras generaciones en este periodo de crisis, en estas circunstancias es necesario preguntarse ¿El uso de estos limitados recursos es una mejor opción a desvincularse totalmente de los procesos educativos? Sí, pero ¿Es esto suficiente a largo plazo? Por su puesto que no, incluso ahora estos elementos de las dos primeras generaciones son casi obsoletos.
Por ello, la implementación de recursos vinculados a la tercera generación, tanto en secundaria como en instituciones de educación superior, es indispensable. En esta generación la interacción de los alumnos y los docentes es permanente (vía Skype, Google Meet o herramientas propias de cada institución) y los recursos disponibles como laboratorios virtuales y prácticas fomentan la independencia de los estudiantes y a la vez para los docentes o tutores es posible llevar la trazabilidad de los procesos educativos individuales.
En esa línea, el COVID-19 está acelerando un proceso indispensable la creación, adaptación y adquisición de herramientas virtuales de tercera generación para los cursos de colegio y las materias de educación superior, ya sea como complemento de la educación presencial o como piedra angular de la educación a distancia. Durante la crisis generada por el COVID-19 y una vez superadas esta, herramientas EdTech como laboratorios virtuales garantizan que los estudiantes puedan llevar a cabo sus prácticas y enfrentarse a situaciones reales en ambientes simulados (aún en aislamiento), y así poner en práctica los conocimientos adquiridos previamente de forma segura, evitando potenciales accidentes y pérdida de materiales. Como ya se ha mencionado, una de las ventajas de los entornos educativos virtuales es que los profesores pueden seguir de cerca los procesos de los estudiantes, lo cual facilita la retroalimentación y evaluación de cada estudiante. Además, a diferencia de los laboratorios presenciales, los laboratorios virtuales permiten a los estudiantes repetir los procesos, sin aumentar costos, las veces que estos o el docente lo consideren necesario.
Por ello, para el sector industrial, VirtualPlant ha desarrollado herramientas de este tipo como apoyo educativo de procesos agroindustriales, ambientales, industriales y logísticos para los interesados es posible solicitar un demo en este enlace. El acceso a los laboratorios virtuales de VirtualPlant brinda a los estudiantes y docentes la posibilidad de hacer visitas técnicas y recorridos virtuales por plantas de proceso para capacitarse desde sus casas. Estos recursos están alineados con el desarrollo de las competencias laborales que los estudiantes van a necesitar en el futuro, como lo que afirmó el vicerrector académico de la Universidad La Gran Colombia, Rodrigo Lupercio Riaño, en el Foro Económico Mundial del 2019: “En Colombia debemos relacionar la educación virtual con las competencias que van a necesitar las personas en el futuro. Los estudiantes virtuales van a enfrentarse a escenarios y retos de cooperativismo, entornos digitales y espacios de innovación que son propios de la revolución tecnológica”.
La crisis provocada por el CODVID-19 nos está haciendo replantear cada una de las cosas que dábamos por establecidas y, como ya se ha mencionado, está acelerando procesos que ya se venían gestando en los entornos educativos. Esto trae consigo un gran reto para las instituciones educativas, el Ministerio de Educación y las empresas dedicadas al diseño de productos EdTech para garantizar en primer lugar el acceso a equipos (dentro y fuera de las instituciones) y la conectividad; en segundo lugar, la capacitación tanto de los estudiantes y los docentes en el uso de estas tecnologías y, finalmente, la calidad de los contenidos educativos y de las herramientas que sirvan como vehículo de enseñanza.